¿Computadoras en la antigüedad?
Aunque nunca se ha encontrado un aparato electrónico, tal como nuestras
computadoras actuales, sí tenemos desperdigados por el mundo máquinas y códigos
subyacentes que nos indican que existió una tecnología muy avanzada, de una
civilización superior hoy desaparecida, en tiempos lejanos que explicarían el
gran desarrollo que algunos pueblos alcanzaron.
¿Qué pasaría sí las máquinas y
equipos manuales que se han encontrado, que funcionaban como computadoras, hubiesen
estado inspirados en máquinas eléctricas o electrónicas que pudieron haber
existido en número limitado en un pasado remoto? Máquinas que se desintegraron
muy rápidamente después de que fueron abandonadas y que luego sirvieron de
modelo a nuestros antepasados, quienes reemplazaron la falta de energía
eléctrica por energía mecánica o manual.
Estas computadoras eran físicamente
poco resistentes, por lo que la prueba material de su existencia desapareció;
pero, hubo algo que sí resistía el paso del tiempo, la parte que no se podía
tocar: el software. Y puesto que esto es lo que había sobrevivido fue sobre el
software que nuestros ancestros comenzaron a trabajar, a reproducirlo.
Es entonces que diversos grupos de
nativos alrededor del mundo hicieron con las computadoras lo mismo que habían
hecho con tantas otras cosas que habían visto en aquella civilización superior:
se decidieron a reproducirlas. Esto no era algo nuevo, los nativos ya lo habían
hecho con trajes, con las formas de los cráneos, con el idioma, con las
construcciones, con ritos sagrados, con
la astronomía, y la lista continúa.
De esta forma con engranajes, señalizaciones,
códigos y grabados hicieron posible volver a hacer funcionar computadoras que
no utilizaban energía eléctrica, pero que igualmente cumplieron su propósito el
cual era correr algoritmos que permitieran resolver problemas o bien almacenar
información. Se basaron para reconstruir las computadoras en partes de libros,
anotaciones, enseñanzas ancestrales, no tenían todo lo necesario para
reproducirlas tal cual habían existido antes, pero lograron reunir la
suficiente información para dar origen a una nueva tecnología, un híbrido entre
las poderosas computadoras que habían funcionado antes y las que ellos habían
logrado construir. Esa nueva tecnología
eran los khipus, la yupana, los calendarios astronómicos y las máquinas
sumamente sofisticadas como el mecanismo de Anticitera.
Los imperios herederos en los Andes de
esta civilización superior, desaparecida misteriosamente, aunque conocían
muchas partes dispersas de esa tecnología altamente evolucionada, desconocían otras
que se habían borrado definitivamente de su memoria o que simplemente nunca
supieron como reproducir, por ejemplo: energía eléctrica.
¿Deberíamos de extrañarnos que el
litio, el metal por excelencia para hacer acumuladores de energía, es abundante
en los Andes?
Esta cultura primigenia, muy avanzada,
fue la que fundó Tiahuanaco. Utilizaba computadoras y software muy avanzados; escogieron a Tiahuanaco no solo por su
particular posición geográfica, lo hicieron también por las abundantes
concentraciones de litio y otros metales, las llamadas ‘tierras raras’, que
tenían a su disposición; esto les
hubiese permitido, no solo fabricar computadoras, sino también, baterías
de litio, resolviendo así el suministro de energía a sus máquinas.
Tiahuanaco primero y el imperio inca después
tuvieron a su disposición una posición geográfica privilegiada, estaban en la
cima del mundo y desde allí era más fácil controlarlo todo, y también ir a todas partes. ¿Estaban
incomunicados? ¿Lejos de los centros de poder? o muy por el contrario podían
moverse muy rápido hacia ellos. Hacia el frente estaba China, rica en ‘tierras
raras’ y a su espalda, se podía alcanzar bajando desde los Andes, los grandes
ríos y de allí al Atlántico para luego seguir las corrientes de agua hacia el África
desde donde podían ir a Europa o la India.
Rastros de esta tecnología perdida en
el imperio inca y en su antecesor el imperio Tiahuanaco son muchos: el aymara,
idioma software; los khipus, con su tecnología binaria tridimensional; la
yupana, la calculadora inca; y el software descriptado en la ‘Puerta del Sol’
de Tiahuanaco.
Todo esto solo pudo ser elaborado por
potentes computadoras y son un indicativo claro de que existió en el pasado una
tecnología que nuestra civilización ha olvidado y que ahora nos susurra su
existencia. A lo mencionado tendríamos que agregar, algo que ya es un hecho y
no una especulación, el mecanismo de Anticitera, reconocida por el mundo como
una computadora mecánica fabricada 300 años antes que Jesucristo. Estamos pues
ante ‘Un pasado diferente’.
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